De ser un subproducto desechado en aserraderos y faenas forestales, el aserrín pasó a adquirir un valor y proyecciones insospechadas como insumo orgánico de una innovadora iniciativa, que lo utiliza para producir un bioplástico de alto valor sustentable.
FLEXbio es el nombre del proyecto de bioplástico producido en los laboratorios del Centro de Investigación de Polímeros Avanzados (CIPA) de Concepción, una incubadora de emprendimientos científicos que le dio valor agregado al aserrín de madera aserrada de pino radiata. Este desecho forestal de biomasa es un componente idóneo para producir material termoplástico sustentable, pues permite el desarrollo de resina amigable con el medio ambiente para fabricar bioplástico.
Tal como otros bioplásticos, FLEXbio es biodegradable, pero además tiene la propiedad de ser compostable, material de origen orgánico capaz de abonar y nutrir la tierra.
“Para que un material sea compostable debe biodegradarse, pero un material biodegradable no necesariamente es un material compostable. Los productos biodegradables suelen ser de resinas sintéticas que tienen metales pesados, que si bien se desintegran no se descomponen, no nutren el suelo y pueden contaminar. En cambio, un material compostable tiene resina de origen orgánico que sí se descompone y nutre la tierra”, explica el ingeniero de materiales Jesús Rodríguez, ejecutor del proyecto FLEXbio de CIPA.