Cada agosto, Chile conmemora el Mes del Corazón. Es una oportunidad vital para reflexionar sobre la salud cardiovascular, un tema que, a pesar de los avances médicos, sigue siendo una de las principales causas de muerte en nuestro país. Esta conmemoración va más allá de un simple recordatorio; es un llamado urgente, tanto a nivel individual como colectivo, para enfrentar los desafíos que persisten en nuestra sociedad.
Los desafíos son significativos. Los infartos y los accidentes cerebrovasculares continúan afectando a un gran número de chilenos. Este escenario es el resultado de una compleja interacción de factores. Por un lado, están los hábitos de vida: el sedentarismo, una alimentación rica en grasas y azúcares, el consumo excesivo de alcohol y el tabaquismo. Estos comportamientos, a menudo arraigados en la rutina diaria, son las principales causas de hipertensión, diabetes y dislipidemia, precursores de las enfermedades del corazón.
En este contexto, las universidades tienen un rol fundamental y un desafío crucial. No solo deben ser centros de investigación de vanguardia para entender mejor estas enfermedades, sino que también deben convertirse en espacios activos de promoción de la salud. Esto implica educar a los futuros profesionales de la salud con una visión preventiva, pero también extender esa labor a toda la comunidad universitaria y a la sociedad en general a través de programas de extensión. Su desafío es ser faros de conocimiento y acción, generando conciencia y promoviendo estilos de vida saludables desde la academia hacia la ciudadanía.
No obstante, estos desafíos no son insuperables. Este Mes del Corazón es una oportunidad para que cada persona asuma un rol activo en el cuidado de su propia salud. Pequeños cambios pueden marcar una gran diferencia: 30 minutos de ejercicio, una dieta más equilibrada y la reducción de hábitos perjudiciales. La prevención, en este sentido, es la mejor medicina.
El Mes del Corazón es un momento para tomar conciencia, para educar y para actuar. Es un recordatorio de que la salud de nuestro corazón es la salud de nuestro país. Un corazón fuerte y sano es el motor de una sociedad próspera y vital.
Juan Bernardo Cifuentes Marín, Kinesiólogo, Docente de la Carrera de Kinesiología, Universidad Santo Tomás Temuco.