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Columna de opinión: 160 años de la Educación Parvularia Pública

En este mes de octubre, cuando conmemoramos 160 años de la Educación Parvularia Pública en Chile, es importante reflexionar en La Araucanía sobre los logros y los desafíos que aún debemos enfrentar para seguir fortaleciendo el primer nivel educativo, inicio de la trayectoria educativa para muchas niñas y niños, y espacio donde se promueve su bienestar, aprendizajes y desarrollo integral.

La Educación Parvularia Pública está presente en el corazón de  nuestra región, la que está distribuida a lo largo y ancho del territorio con 772 comunidades educativas que acompañan a más de 45 mil  niños y niñas, desde la sala cuna hasta su ingreso a la enseñanza básica, marcando positivamente el inicio de su trayectoria educativa.

Somos millones quienes recordamos y vivimos las memorias surgidas desde las salas cuna, jardines infantiles y escuelas. Por ello, quienes trabajamos con las y los ciudadanos en su primera etapa educativa, debemos continuar asegurando espacios y estrategias para escucharlos y hacerlos protagonistas de las decisiones que les afectan.  Desde que asumimos el 2022, hasta la fecha, hemos  avanzado en el reconocimiento oficial de 58 salas cunas y jardines infantiles en la región, impactando con ello la vida de más de 3 mil párvulos y párvulas, logrando en suma la certificación en este nivel de 170 establecimientos, dando con ellos tranquilidad a las familias que han confiado en la educación parvularia pública.

Las niñas y niños son personas que desde sus primeros años van reconociendo y valorando su identidad y cultura, estableciendo vínculos, y expresando sus opiniones y mirada del mundo que van explorando y descubriendo. La ciudadanía se aprende y se ejerce desde la niñez, y para ello es clave la asistencia de todos los días a los jardines infantiles y escuelas.

Es mediante la participación cotidiana desde el juego, como un derecho y una herramienta clave del nivel, que niñas y niños exploran, experimentan, se reconocen, dialogan y aprenden a resolver sus conflictos de manera libre, creativa y pacífica y para ello se requieren espacios que cuenten con el estándar  técnico pedagógico, de administración e infraestructura al nivel de los desafíos que la educación integral impone.

Esto debe ser fruto del trabajo de todas y todos y, especialmente,  de las comunidades educativas comprometidas con mejorar la asistencia y revinculación de las niñas, niños y familias, ya que estas representan los principios pedagógicos de la educación inicial, y han sido las protagonistas de estos 160 años, que proyectamos para continuar avanzando en una mayor valoración social del trabajo profesional, especializado y dedicado, que se realiza desde los primeros años de vida.

Celebramos y reconocemos entonces a la Educación Parvularia como un bien colectivo que debemos continuar fortaleciendo, para que más niñas y niños tengan acceso a una educación de calidad, en un Chile más justo, inclusivo y democrático para todas y todos.

Por Marcela Castro Armijo, Seremi de Educación

Región de La Araucanía